El porqué de esta plaza

En el año 2009, un grupo de personas inauguramos en un pequeño rincón de Lavapiés la plaza de Xosé Tarrío. Este pequeño gesto cobra su sentido a dos niveles.

A nivel simbólico, buscamos mantener viva la memoria de Xosé, su historia y su lucha por él y por todxs lxs que ven pasar sus días entre rejas, resistiendo como pueden en las entrañas del monstruo carcelario. Es un gesto hacia quienes viven encarradxs, pero también hacia quienes encierran: no podréis imponer el silencio, siglos de luchas nos lo recuerdan.

A nivel práctico, la idea ha sido y es «conquistar» un trozo de espacio público y utilizarlo para cuestionar la autoridad y el encierro en todas sus formas. Proyecciones, charlas y debates se han desarrollado en la calle en el centro de Madrid, permitiendo el encuentro y el debate de ideas poco rentables para el Poder.

Contra el encierro, ni un minuto de silencio.

– Comunicado leído el día de inauguración de la plaza –

Madrid, 3 de enero del año 2009. En ningún momento nos hubiera gustado hacer este homenaje, en ningún momento nos hubiera gustado quedar para recordarte, ni colgar una placa con tu nombre, porque todo esto quizá no tendría que haber sucedido…

Madrid, 2 de enero del año 2005, recordamos como recibimos la noticia, un choque se te viene a la cabeza, es difícil reaccionar, es difícil asimilar algo así, no se suele estar habituado a recibir noticias de que alguien ha muerto, aunque pasa el tiempo y te das cuenta de que si sigues estando cerca de su filo, si no estás dispuesto a cumplir con lo que ellos/as ordenan, si estás cerca de los/as que cierran los puños por ver todo lo que esta sociedad nos ofrece como vida, entonces seguirás recibiendo esas noticias, mas muertes, mas gente golpeada, reprimida, encarcelada,  mas personas separadas de su gente… triste realidad la que asumimos.

En pocos años ves demasiado dolor, no son películas, te das cuenta de que lo que hay es palpable, lo ves a diario… Así se sucede esta vida…

Fue simplemente una llamada, Tarrío ha muerto, el no era ningún familiar nuestro, no era un amigo cercano, ni un vecino al que viéramos a diario, alguno de nosotrxs ni siquiera le había visto nunca, otros/as solo algún momento, cuando le soltaron de las mazmorras.

¿Se puede sentir dolor por alguien al que apenas conoces?  Eso era una pregunta que quizás no hubiéramos sabido contestar hasta ese día. El día en el que te das cuenta de que no solo se puede amar y admirar al que tienes al lado,  porque como decía una compañera que hasta hace poco estada secuestrada por el estado: Hemos aprendido a abrazar sin la necesidad de la cercanía, simplemente con la certeza de que el otro y la otra, el compañero y la compañera, existen, en algún lugar y para siempre.

No encontramos una manera mejor de definirlo.

Cuando te das cuenta de que las palabras pueden hacerte sentir cerca de esa persona, parte de su lucha y un pilar en el que apoyarte.

Desde ese día no llorábamos por alguien lejano, si no por un compañero al que han empujado al abismo, del que nos han separado.

Podéis ayudar a cortar una vida, podéis destrozar todo lo que hay alrededor de una persona, madres, padres, hermanos/as, compañeros/as, y conocidos/as… creáis un vacío y nosotros/as somos quien viviremos eso, siglos recibiendo miedo y terror, unos/as mandan y los/as demás lloran, Xosé, Paco, Harold, Barry, Sole… tantos/as, tantos/as y los/as que quedan, porque eso es de las pocas cosas que tenemos claras, que no van a parar, que vamos a seguir llorando por amigos/as a los/as que van a golpear, por amigos/as a los/as que van a encerrar, amigos/as a los/as que van a asesinar… porque somos las eternas lagrimas.

Pero tenemos un don, tenemos algo que mucha gente ignora, creemos en el respeto, en el amor entre compañeros/as, en la solidaridad, la verdadera solidaridad, y eso es lo que hace que una y otra vez nos pongamos en pie, y lo que hace que si aún no hemos caído es por que hay alguien que no nos va ha dejar que caigamos. Aunque Tarrío no este con nosotros/as dejó una semilla que cualquiera puede coger y hacer suya, la semilla de una vida, de una lucha, un grito al infinito, rabia y odio, pero también ganas de seguir adelante. Esta semilla está en cada uno/a de nosotros/as. Y ese es el mayor legado que tu nos has dejado Xosé.

Que la tierra te sea leve compañero, a ti y a tantos/as otros/as a los/as que solo de una manera vil habéis podido arrebatarles de nuestro lado, seguiremos a delante por vosotros/as.